sábado, 30 de junio de 2012

La mirada, particular, de Salvador Gisbert

ACTIVIDAD ‘DE LA DILIGENCIA AL FERROCARRIL: SALVADOR GISBERT Y SU TIEMPO’

“Un buen símbolo para describir el Teruel de finales del XIX y principios del XX es la conexión ferroviaria. Teruel es la última capital de provincia conectada por ferrocarril, un adelanto largamente revindicado”. Así lo explicó el historiador Carlos Forcadell esta semana en Teruel con motivo de la actividad De la diligencia al ferrocarril: Salvador Gisbert y su tiempo, organizada por la Fundación Amantes y por el Museo de Teruel con motivo del 25 aniversario de este último.
Forcadell contó que Pío Baroja tenía un hermano, Ricardo, que trabajaba en Teruel de funcionario en Hacienda en 1900-1901. “Para venir cogía el tren hasta Cuenca y allí cogía una diligencia”.  Cuando en 1903 se construyó la estación del ferrocarril “fue un cambio fundamental”. Pero como la ciudad tiene una orografía difícil, entre barrancos, hay que integrarlo en la ciudad y para ello se construyó la Escalinata, en 1921, y al renglón seguido se inicia la construcción del Viaducto que supuso la apertura al Ensanche. “Estos tres elementos -estación, escalinata y viaducto- caracterizaron el desarrollo urbano de la ciudad en el primer tercio del siglo XX”, destacó el profesor de la Universidad de Zaragoza.
Forcadell consideró que a principios del siglo XX Teruel transmitía por un lado una imagen de atraso, “es muy ruralizada con un 30% de campesinos que trabajan en las vegas; atrasada y pobre, con 10.000 habitantes es un pueblo grande”. Pero por otro, “tiene elementos de modernidad arquitectura y urbanísticamente porque se levantan las casas modernistas y obras públicas importantes como las escuelas del Arrabal. Son elementos que demuestran que los tiempos modernos también han llegado a Teruel, pero esto coincide con la imagen de atraso y lentitud”.
Forcadell recordó que el protagonista de La nave de los locos de Pío Baroja se queda asombrado porque pensaba que Teruel era una ciudad muy atrasada pero cuando llega  le llama la atención las torres o el acueducto. “Esa imagen que se llevó Baroja cuando a principios del siglo XX viene a Teruel es la imagen que hoy en día se puede llevar un forastero cuando llega a la ciudad por primera vez, se quedan positivamente impresionados”.

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