EL VINO DE LA ESCOLANA.
Un sábado por la tarde de este incipiente y cabreado otoño, con zarpazos de invierno, y alguna que otra añoranza del pasado estío nos fuimos a estirar las piernas por la Escolana. Con todo el tema de ampliación de caminos por la concentración parcelaria, da la impresión que hemos cambiado un poco (más bien, bastante) el paisaje, el nuestro. Vamos, que silenciosamente se ha producido una revolución que se ha cargado, creo, a no pocos árboles autóctonos de esta zona como las carrascas. Lucas, “el loco ecologista”, como lo conocían en su tierra se pondría de los higadillos al ver esto y es que cuando vino, hace cosa de año y medio largo, nos llevaron a la Cuesta del Caballo y de allí cruzamos hasta Mas de las Matas; pasamos por la Escolana, la Valjuncosa, la Canaleta, visitamos la yesería y desde allí nos fuimos acercando hasta Santa Bárbara la Nueva desde donde contemplamos la muerte de un nuevo día y la silueta, elegante y alargada de Mas de las Matas. Recuerdo que “el loco ecologista” tomó buena nota del número de carrascas que iba viendo y fotografiando, por eso esa tarde de sábado me acordé tanto de él.
Supongo que me haría muchas preguntas si él hubiese paseado ese sábado por la zona, preguntas que yo no sabría contestar o que contestaría con alguna evasiva y que él pondría cara de hastío, ya cansado de las respuestas de los que vivimos en un pueblo en el que nos conocemos todos. Le llamaban el “loco” porque nunca sabían cómo iba a reaccionar ante los malos tratos que le damos a Gaia ; era completamente imprevisible, pero jamás le vi hacer nada que se desviase ni un milímetro de la legalidad. Luchaba hasta la extenuación, pero era prudente a la vez que frío y un tanto calculador. Digo era porque como está “loco” y hace cosa de año y tres meses que está en Alaska de investigación....no sé, igual se le han cruzado los cables. El caso es que de ser masino no le hubiese gustado mucho nada de lo que vimos ese sábado y, seguro que de alguna manera hubiese movido ficha. No le hubiesen servido ni explicaciones ni nada....habría hecho lo que debía que, normalmente, era lo correcto.
Pero vamos a lo que vamos. El tal Lucas era una eminencia y muy respetado allí donde iba, no era un exaltado al uso (nunca entendí muy bien lo de “loco”) y sabía lo que se decía, lo que se dice y esperemos tenga mucho más que decir en los próximos años. Lucas , me explicó que ésta era tierra de vino. Le explicamos que antaño se producía y de calidad. Asintió y declaró su frustración al ver” tierras casi perdidas en cultivos acomodados que no eran lo suyo”. También , recuerdo, alabó de estas tierras y de las condiciones que la jalonan su aceite, la huerta (aunque se extrañó de cierto abandono) y cierta filiación por algunos frutales; pero les aseguro que ahora calificaría de “paisaje lunar” el escenario del paseo de ese sábado con sus grandes caminos, las grandes fincas preparadas para el cultivo del cereal y las contadas viñas que pudimos ver, en realidad sólo una, al lado mismo de La Escolana, y que me cuentan está a punto de ser arrancada. Este trozo de viña (se ve cuidada y con cariño), aún en otoño, parece un oasis en pleno desierto de tierra y piedra, sol y luna, escarcha sombría....las cepas serán arrancadas como si fuesen una mala hierba, con pesar y resignación por parte de su dueño, pero ya nunca producirán como otras muchas aquel recuerdo en el gusto de los abuelos
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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