Es una tierra, ésta, siempre abrasada: por el frío que lo vuelve todo de un color grisáceo; por la lluvia y el sol, casi a la par, que lo retocan todo como un cuadro impresionista, es la vista de la primavera; por el sol que quema los campos volviendo lo verde de un ocre inmenso y por la lluvia sólida de la materia muerta que se desprende de los árboles de un inmenso y serpenteante camino que lleva de un lugar a otro de este País de Cazarabet. ¿En dónde estamos hoy?, en donde no estábamos ayer, pero donde volveremos en el sueño de la razón sombría.
lunes, 14 de mayo de 2012
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